martes, 1 de septiembre de 2009

Autorretrato con nimbo

Paul Gauguin
Oleo sobre tabla
Musée d´Orsay

Al mirar el cuadro la primera sensación es de simpleza, fondo plano,con dos colores vivos y enteros que dividen el cuadro por la mitad, sobre los que se superpone el rostro snob del pintor, todo ello conseguido con trazos rotundos.

Pero si nos detenemos en su análisis, observamos que esta lleno de simbolismo, el pintor se adjudica los atributos del primer hombre, Adán: manzanas, serpiente entre los dedos. Además el autor da un paso más en la exaltación de su persona al representarse a sí mismo con la aureola de santidad sobre la cabeza.

En la parte inferior, la serpiente junto con los tallos de una estraña planta forman un arabesco que dividen este espacio de la obra en particiones a la manera de las vidrieras medievales o los esmaltes alveolados.

Breve reseña sobre Paul Gauguin

Agentente de bolsa, desde 1874 empezó a compaginar su trabajo con el arte. En 1883 abandona definitivamente su carrera y a su familia y se refugió en la pintura. Sus primeras obras se mueven dentro de la corriente impresionista, pero pronto evidenció un marcado antinaturalismo más sensible al poder evocador de los objetos y su carga emocional.
Es un pintor de contenidos, de enigmas del ser humano; él siempre se preguntó ¿Quiénes somos?, ¿Dónde vamos?. Gauguin es el ejemplo que representa el mito del bohemio y del primitivismo. Él encarna la necesidad de unir arte y vida. Esta es una utopía presente en la vanguardia. Su pintura tiene un gran componente ético.
Gauguin rechaza la cultura de Occidente y abandona la civilización en pro de los pueblos primitivos. Rechaza lo académico, valora la máscara africana, el arte románico y todas aquellas tendencias que estaban fuera de lo habitual. Él valora este tipo de arte no por lo que tiene de curioso y diferente, sino por su autenticidad.

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